Ya hemos hablado sobre la primera infancia de manera general y de por qué es importante una estimulación correcta durante esta etapa. Ahora nos queda hablar sobre la importancia de que el bebé crezca en un ambiente lleno de protección y amor.

La protección de un bebé suena obvia. No existe persona en el mundo que crea que niños y niñas no necesitan una protección especial. Y es que, aunque suene cliché, los niños en verdad son el futuro y lo que pase con ellos ahora tendrá muchas consecuencias mañana.

Cuando hablamos de protección a todos se nos viene una imagen a la cabeza: cuidar que el bebé no sufra ningún daño físico. Por eso siempre están en la mente las recomendaciones de guardar artículos de limpieza o cortopunzantes fuera del alcance de los niños. También están las recomendaciones de bloquear puertas y gradas para evitar caídas peligrosas.

Pero la protección de un bebé va más allá de lo físico. También debemos proteger su desarrollo emocional, psicológico y afectivo. Es notable la influencia que un hogar lleno de amor tiene sobre el desarrollo de un bebé. Según UNICEF,  el maltrato físico y emocional y el abandono duradero pueden acarrear problemas físicos, mentales y conductuales una vez alcanzada la edad adulta. (1)

Por eso, estamos convencidos que la crianza de un bebé es un trabajo en equipo. Ambos padre y madre deben estar involucrados en su crianza, dándose el tiempo de mostrarles interés, darles afecto y, en general, haciendo todos los esfuerzos posibles para que crezca en un lugar seguro.

Un abrazo demuestra amor pero también construye seguridad. Los juegos diarios le enseñan sobre el mundo pero también le ayudan a construir confianza en sus habilidades. La risa libera el estrés pero también crea vínculos entre tú y tu hijo. Y así, hay tantos ejemplos que la lista no acabaría nunca. Lo importante es saber que nosotros tenemos la responsabilidad de que el bebé crezca con todo su potencial para ser lo que quiera ser. Es nuestra responsabilidad dar lo mejor de nosotros para crear un lugar seguro y llenos de amor para su crecimiento. Y el resultado de todos esos esfuerzos se mostrará en el futuro.

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(1) Shonkoff, Jack P., et al., ‘The Lifelong Effects of Early Childhood Adversity and Toxic Stress’, Pediatrics, vol. 129, n.º 1, enero de 2012, págs. 232–246.

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